EL BRAZO PODEROSO DEL TERCER ANGEL

 El brazo derecho del mensaje



Vez tras vez se me ha instruido en el sentido de que la obra misionera médica debe tener con la obra del tercer ángel la misma relación que tienen el brazo y la mano con el cuerpo. Bajo la dirección de la Cabeza divina han de trabajar unánimemente en la preparación del camino para la venida de Cristo. El brazo derecho del cuerpo de la verdad debe estar constantemente activo, obrando de continuo, y Dios lo fortalecerá. Sin embargo, no debe transformarse en el cuerpo entero. El cuerpo no debe decir al brazo: "No te necesito". El cuerpo necesita al brazo para hacer una obra activa y agresiva. Ambos tienen su obra señalada, y cada uno sufrirá gran pérdida si obra independientemente del otro. (Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 526.)

Ha de realizarse obra misionera médica. . .. Esta ha de ser a la obra de Dios lo que la mano es al cuerpo. (Testimonies, tomo 8, pág. 160.)

Cristo siente los males de todo doliente.

Cuando los malos espíritus desgarran un cuerpo humano, Cristo siente la maldición. Cuando la fiebre consume la corriente vital, él siente la agonía. Y está tan dispuesto a sanar a los enfermos ahora como cuando estaba personalmente en la tierra. Dos siervos de Cristo son sus representantes, los conductos por los cuales ha de obrar. El desea ejercer por ellos su poder sanador. (El Deseado de todas las Gentes, pág. 751)

Por medio de sus siervos, Dios se propone que oigan su voz los enfermos, los desdichados, y los poseídos de espíritus malos. Por medio de sus agentes humanos quiere ser un consolador como nunca lo conoció el mundo. (El Ministerio de Curación, 99.)  Cristo coopera con los que se ocupan en la obra misionera médica. (Testimonies tomo 7, pág. 51.) El Señor obró por medio de ellos. Doquiera iban, sanaban los enfermos y los pobres oían la predicación del Evangelio. (Los Hechos de los Apóstoles, pág. 87.)
Cristo ya no está personalmente en la tierra, para ir por nuestras ciudades y aldeas con el fin de sanar a los enfermos; pero nos ha encomendado que continuemos la obra médica misionera que él empezara. (Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 367.)

El desafío para la iglesia del siglo XXI no es inferior a la experiencia de la iglesia del siglo I. Estamos llamados a continuar con el legado de expandir el reino de nuestro Señor y Dios, en una era de grandes cambios y avances en el campo de la salud, no solo física, sino emocional, espiritual y social.  Sin embargo, hablamos de la manifestación de diversas enfermedades          donde la ciencia con sus grandes avances no tiene la capacidad de remediar; Es precisamente ahí donde el poder de Dios, que no se agota y no es una experiencia que se queda registrada en el pasado entra en acción. El Señor con su gran autoridad expreso; Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.



“17 Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; 18 tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán”.[i]



Marcos 16:17-18 Reina-Valera 1960 (RVR1960)

 



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