CRISTOLOGÍA


EL PROBLEMA CRISTOLÓGICO EN EL CRISTIANISMO PRIMITIVO

  Función de la cristología en el pensamiento teológico de los primeros cristianos.

Si la teología es la ciencia que tiene por objeto a Dios (theós), la cristología es la ciencia que tiene por objeto a Cristo, su persona y su obra. Normalmente se considera la cristología como una subdivisión de la teología en sentido etimológico. Esta costumbre ha influido a menudo en la imagen que los historiadores y teólogos ofrecen de la fe de los primeros cristianos. 1. Las confesiones (fórmulas) de fe cristiana. En esta forma de plantear el problema ha influido el orden que han seguido las confesiones de fe posteriores: da la impresión de que la iglesia primitiva se ha interesado en primer lugar por Dios y sólo en segundo lugar por Cristo. Eso no es cierto: la misma extensión de cada uno de los artículos bastaría ya para ponerlo en evidencia. Por otra parte, puede demostrarse que las fórmulas de fe cristiana más antiguas desconocen el orden trinitario de las confesiones posteriores (Dios, Cristo, Espíritu Santo). Estas antiguas confesiones tienen más bien una tendencia exclusivamente cristológica.

Cristo reconocido como Creador y Redentor. De esta división posterior surgió la idea equivocada de que, para los primeros cristianos, la obra de Cristo no tenía nada que ver con la creación, sino tan sólo con la redención (Cristo sólo sería Redentor, no Creador). Pues bien, contra eso, debemos afirmar que los primeros cristianos no podían concebir el mundo sin relacionarlo con su fe en Jesucristo. Además, casi todas las primeras confesiones constan de un solo artículo: el cristológico (cf. Hch 8,37; 16,31). Una de las raras confesiones de fe del Nuevo Testamento que mencionan a la vez a Cristo y a Dios Padre es la de 1 Cor 8,6 y, significativamente, ignora la distinción entre Dios Creador y Cristo Redentor.

Un texto significativo: 1 Cor 8,6. • RV 60. “para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él”.

La revelación de Heb 1,10. Tanto Dios como Cristo tienen que ver con la Creación. La diferencia radica sólo en las preposiciones. La visión de Cristo como mediador de la creación no se expresa sólo en esta antigua fórmula, sino que la podemos seguir a través de todo el Nuevo Testamento (cf. Jn 1,3; Col 1,16) y recibe su expresión más vigorosa en Heb 1,10, 2 donde se atribuye positivamente a Cristo la fundación de la tierra y donde los cielos se definen como obra de sus manos.

 El pensamiento teológico de los primeros cristianos. • Otras confesiones de fe presentan a Dios no como Creador sino como el Padre de Jesucristo. Dios aparece así como aquel que ha resucitado al Cristo (Rom 10,8-9). Ello prueba que el pensamiento teológico de los primeros cristianos se funda en Cristo y no en Dios. Podríamos mostrar igualmente que todos los elementos que en las confesiones de fe posteriores se vinculan al Espíritu Santo (artículo tercero) aparecen en las fórmulas antiguas como funciones directas del Cristo, por ejemplo el perdón de los pecados o la resurrección de los muertos. • Cf. Ef 1,7; 1 Cor 15,21-22. 6. La célebre fórmula litúrgica de 2 Cor 13,14. Recordemos también que la célebre fórmula litúrgica del final de 2 Cor no sigue el orden Dios – Cristo – Espíritu Santo, sino Cristo – Dios – Espíritu Santo: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén” (2 Cor 13,14). 7. La teología cristiana primitiva. Las antiguas confesiones de fe son pues particularmente importantes para el conocimiento del pensamiento cristiano primitivo: resumen las convicciones teológicas de los primeros cristianos y muestran los puntos en que insistían, las verdades que consideraban primordiales y las que, a su juicio, se derivaban de las anteriores. Estas profesiones nos muestran que la teología cristiana primitiva es casi exclusivamente una cristología. B. ¿Dónde está el problema cristológico del Nuevo Testamento? Hemos afirmado que la cristología es la ciencia que tiene por objeto la persona y obra de Cristo. Debemos preguntarnos ahora en qué medida esto constituía ya un problema, y de qué tipo, para los primeros cristianos. Casi todas las discusiones cristológicas posteriores están relacionadas con la persona y naturalezas de Cristo: tratan, por un lado, de la relación de Cristo con Dios y, por otro, de la relación entre sus naturalezas divina y humana. CRISTO Divino Humano EL HOMBRE DIOS Relaciones entre Dios y el hombre 3 1. La influencia cultural helenística. • Si no queremos arriesgarnos a falsear, desde el principio, la perspectiva del problema cristológico en el Nuevo Testamento tenemos que evitar esas discusiones posteriores. • Desde el punto de vista histórico debemos reconocer que en un momento dado la Iglesia se encontró frente a la imperiosa necesidad de abordar esos problemas que derivan de la helenización de la fe, de la aparición y difusión de doctrinas gnósticas, del surgimiento del arrianismo, nestorianismo, etc. • Cf. 1 Jn 4,2-3; Col 2,8.18; evang. de Juan. 2. La revelación de Cristo en el Nuevo Testamento. Por otro lado, el Nuevo Testamento no habla casi nunca de la persona de Cristo, sin tratar al mismo tiempo de su obra. Incluso el prólogo de Juan, cuando dice que el Logos estaba con Dios y que era Dios, agrega inmediatamente que todas las cosas fueron hechas por medio de este Logos (Jn 1,1-2). Además, si este prólogo habla de lo que el Logos “es”, lo hace sólo para poder decir luego, a través de los veintiún capítulos de Juan, lo que “hace” en cuanto Palabra encarnada. Cuando el Nuevo Testamento se pregunta “quién es Cristo”, no se pregunta única y ni siquiera principalmente “cuál es su naturaleza”, sino ante todo “cuál es su función”. 3. Dos planteamientos diferentes del problema. • Hay, pues, una diferencia entre la forma en que, por un lado, los primeros cristianos y, por otro, la Iglesia antigua plantearon el problema cristológico. • Ciertamente, debemos reconocer que en el conflicto, que halló solución provisional en el concilio de Calcedonia (451), Atanasio y otros defensores de la ortodoxia hablaron de la naturaleza de Cristo a fin de subrayar su alcance salvador: la forma en que se habla de la salvación de Cristo depende de cómo se entiende su naturaleza. Esto significa que ellos toman en consideración la obra de Cristo, pero desde una perspectiva que ya no es la del Nuevo Testamento. 4. La discusión sobe las dos naturalezas. La necesidad de combatir a los herejes hizo que los Padres de la Iglesia subordinaran la visión de la persona y obra de Cristo a la cuestión de las naturalezas. Hay, pues, un cambio de perspectiva en relación al Nuevo Testamento, cambio que sin duda está justificado por la lucha contra la herejía. A pesar de eso, en último término, la discusión sobre las dos naturalezas constituye un problema griego y no judío ni bíblico. 5. Jesús en la escatología judía. Para responder a la pregunta ¿Quién es Jesús?, los primeros cristianos podían adoptar ciertas ideas corrientes en el judaísmo y en particular en la escatología judía. Por eso, la cuestión cristológica se planteó, en el origen de la Iglesia de esta forma: ¿en qué medida cumplió Jesús lo que estas ideas implicaban?, ¿hasta qué punto rebasa su acción esas ideas? 6. La cuestión formulada por Cristo mismo. • Ya durante la vida de Jesús se planteó la cuestión cristológica. El mismo Jesús la ha formulado clásicamente en Mr 8,27-29 (cf. Mt 16,13-16): 4 • “Salieron Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el campo preguntó a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? • “Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas (Jeremías en Mt). • “Entonces él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy? Respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo” 7. Jesús como personaje “único”. El problema, pues, ya existía, tanto para la gente como para los discípulos que compartían la vida con Jesús, y que le veían con sus ojos y le oían con sus oídos. En este pasaje descubrimos que entre el pueblo y los discípulos se daban respuestas diferentes. Todos usaron títulos conocidos, cada uno de los cuales expresaba una función o tarea que Jesús debía realizar. Todas estas respuestas tienen algo común: no se limitan a situar a Jesús en una cierta categoría humana, sino que intentan explicar lo que él tiene de único. Es esto, y no la cuestión biográfica externa, lo que ha de tenerse en cuenta al plantear el problema cristológico. 8. Los títulos que el NT atribuye a Jesús. Los títulos de Mr 8,27-29 no son en modo alguno los únicos que el Nuevo Testamento atribuye a Jesús. Hay otros más que intentan expresar lo que él es y el contenido de su obra. Si el Nuevo Testamento designa a Jesús de tantas formas, eso se debe a que ninguno de esos títulos puede abarcar, por sí solo, la totalidad de su persona y de su obra. Cada uno de ellos muestra sólo un aspecto particular de la persona de Cristo.

El sentido de la Cristología.

Las palabras cristología y cristológico no deben emplearse en un sentido restringido, referidas sólo a un título, Cristo-Mesías. Se deben tomar en un sentido extenso, aplicadas a todo lo que se refiere a la vida y obra de Jesucristo, en lo que tienen de único.

      Cullmann procede de forma puramente analítica: no dedica un capítulo a la cristología de cada uno de los autores del Nuevo Testamento, sino que examina por separado cada uno de los títulos cristológicos y precisa su significado a través del conjunto de los escritos del Nuevo Testamento.
Los títulos cristológicos. Los títulos cristológicos que menciona el Nuevo Testamento son muy numerosos y cada uno de ellos destaca un aspecto particular del problema: para expresar plenamente la infinita riqueza que se ha manifestado en la persona de Jesucristo era insuficiente una sola designación de su dignidad. Enumeramos las más importantes: Profeta, Sumo sacerdote, Mediador, Siervo de Dios, Cordero de Dios, Mesías, Hijo de David, Hijo del Hombre, Juez, Santo de Dios, Señor (= Kyrios), Salvador, Rey, Logos, Hijo de Dios, Dios. Extraído de Oscar Cullman, Cristología del Nuevo Testamento. Salamanca: Edic. Sígueme, 1998, pp. 53-62,





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