ISAIAS


Introducción al libro de Isaías

El libro de Isaías es uno de los profetas más conocidos, con un amplio ministerio y en un contexto político, social y espiritual muy complicado.  Dios le llamó para que entrara a su servicio y diera su mensaje al pueblo, convirtiéndose muchas veces en portador de buenos consejos que no fue bien aprovechado por los líderes del pueblo judío. El libro de Isaías es la mezcla entre el juicio de Dios y su profundo amor por su pueblo.  El presente trabajo se divide en cuatro secciones. La primera parte echa un vistazo al Isaías como un profeta escogido por Dios y sus circunstancias personales, la segunda parte trata sobre el contexto histórico-político del tiempo de Isaías y la tercera trata sobre las diferentes teorías sobre la estructura y autoría del libro.

Isaías el profeta
            Conflicto de fechas y profesiones
            El profeta Isaías reclama la autoría del libro desde el primer versículo y se identifica con un período histórico concreto, el reinado de Uzías, Jotam,  Acaz y Ezequías reyes de Judá, y probablemente su ministerio se extendió hasta principios del reinado de Manasés.   Hijo de Amoz, Isaías viene de una familia acomodada, posiblemente emparentaba con la familia real y por ello tenía acceso a la corte del rey, aunque como en el caso de Natán, podría tratarse de un consejero de la corte[1]. Otros piensan que Isaías fue un sacerdote, en base a la comisión recibida en el capítulo 6[2]. Esta última opción se basa en la presencia de Isaías en el templo cuando recibió la visión de parte de Dios, y a que sus compañeros de profesión Jeremías y Ezequiel, eran hijos de sacerdotes.  Sin embargo es posible que Isaías no estuviera físicamente en el templo, pero en una visión fue transportado a ese lugar[3].  Isaías inició su ministerio profético entre los años 740 y 738 a.C[4] hasta el 681 a.C. cuando fallece Senaquerib (aproximandamente)[5], de modo que su ministerio llena un período de entre 40 y 50 años[6].  Se sabe además que era casado, en 8:3 se hace referencia a su esposa como “la profetisa” bien por vocación profética personal o por ser esposa de un profeta[7].  Procreó dos hijos, Sear-Jasub (7:3) y Maher-salal-hasbaz (8:3). 
            Llamamiento
            El llamamiento de Isaías es además muy espectacular.  El capítulo 6 describe la visión sublime del templo que inaugura el ministerio profético de Isaías aunque plantea un problema cronológico y lógico en el ministerio del profeta.  Era necesario que Isaías llegara a un convencimiento genuino de su pecaminosidad en relación con la santidad de Dios.  El carbón encendido, figura de la eficacia del sacrificio[8], prepara al profeta para dar un mensaje no muy bien recibido por algunas personas.  Es posible que los capítulos 1 al 5 sean el resumen de un ministerio anterior, y que el capítulo 6 sea la renovación de la comisión.  También es posible entender los capítulos 1 al 5 como una introducción a toda la actividad profética narrada a continuación, y que estén al principio del libro por una tarea de redacción posterior[9].  Algunos sugieren que al ver la condición pecaminosa de la nación (caps. 1-5), Isaías se apartó y fue durante ese retiro que tuvo la visión de Dios[10].
            Martirio del profeta
            Entre los judíos del siglo II d.C.  se maneja una tradición según la cual Isaías sufrió martirio por orden del perverso Manasés. El mensaje de Isaías no fue era bien recibido por sus contemporáneos, y fueron especialmente molestos sus discursos sobre la ciudad santa.  Justino Mártir denuncia a los judíos de cortar en dos a personas inocentes, con un serrucho de cortar madera. Epifanio hace mención de este asunto en su “Vida de los profetas” y algunos han querido apoyar esta tradición usando Hebreos 11:37 “…fueron apedreados, aserrados…”[11]. Según la tradición rabínica, el profeta huía de la persecución de Manasés y se escondió en el hueco de un árbol viejo.  Los soldados del rey lo descubrieron  y aserraron el árbol, dando muerte al siervo de Dios[12].

Contexto histórico y político del profeta
            El profeta Amós estaba por terminar su ministerio profético, Oseas había comenzado su ministerio poco antes que Isaías en el reino del norte y Miqueas, un joven contemporáneo profetiza un Judá al igual que Isaías[13].   El trasfondo histórico de Isaías se halla en 2º Reyes y 2º Crónicas.  El reino del norte no ha tenido ni un solo rey bueno, todos en mayor o menor medida apoyaban el culto a Baal.  El reino del norte, bajo el mando de Jeroboam II, experimentaba una época de bienestar y abundancia, pero sus riquezas no podrían aplacar o posponer el irreversible juicio de Dios contra ellos.  Asiria se perfilaba como la nueva potencia del medio oriente, Egipto estaba decayendo pero mantenía una lucha a muerte con Asiria por el control de la zona.  A. Martin  dice: “Durante la vida del profeta, el poderoso reino de los asirios se tragó a Israel e invadió el propio país de Judá, amenazándolo seriamente[14].” 
            El reino de Judá tampoco tuvo demasiados reyes buenos, todo lo contrario.  Acaz, padre de Ezequías, introdujo prácticas paganas en el reino (2º Reyes 16:2-4).  En varias ocasiones Acaz buscó aliarse con Asiria y con Egipto, lo que demuestra, entre otras cosas, su ineptitud en materia de política internacional.  Espiritualmente hizo caso omiso del reclamo de Dios de ser Él el único libertador.  Ezequías, hijo de Acaz, fue más sabio y plantó cara a la idolatría, poniendo su esperanza en Jehová, Dios de Israel (2º Reyes 18:1-5).  A lo largo del ministerio profético de Isaías, éste experimento o vivió épocas de crisis y tensión en diferentes niveles.  Ernesto Trenchard selecciona 5 de ellas[15]:[16]
-          El encuentro con Acaz (cap. 7): Tiglat-Pileser accede al trono asirio en 745 a.C., era un monarca ambicioso que se encargó de estabilizar la situación política de su país para lanzarse a la conquista de Damasco, Samaria, Fenicia, Filistea y Judá, mas al sur.  Los reyes sirios y samaritanos (Reino del Norte) deciden unir sus fuerzas para contrarrestar a Asiria.  Acaz, rey de Judá rechaza la invitación de su vecino pero no confía en Dios para que le libere.  Isaías interviene por mandato divino y habla con el rey para advertirle que su única esperanza está en Dios, pero el rey rechaza el mensaje y se alía con Asiria, convirtiéndose en estado satélite del poderoso y cruel imperio asirio.
-          Isaías lucha contra la alianza egipcia (cap. 18-20; 30) Ezequías era un rey diferente a los anteriores, sin embargo sus cortesano y consejeros estaban divididos sobre a quien pedir ayuda.  En el reinado de su padre, Egipto parecía la única opción de alianza contra los asirios, y por ello Ezequías manda una embajada al imperio del sur.  Isaías de nuevo entra en escena para hacer recordar al pueblo que la salvación solo viene de Jehová. 
-          Isaías y la invasión de Senaquerib: Ezequías se una a una sublevación contra los asirios, esta vez al mando de Senaquerib (711 a.C.) quien respondió con una gran ofensiva por el litoral mediterráneo pero pasando dejo “intacta” Jerusalén. Mientras avanzaba, Senaquerib manda a su oficial Rabsaces para proclamar sus amenazas al pueblo pero una sublevación a la altura de Etiopía demora el ataque a Jerusalén. Isaías interviene prometiendo salvación divina, y el capítulo 37 habla de una matanza entre el ejército enemigo llevada a cabo por el Salvador de Israel.   Ezequías abandona su confianza en los hombres para acudir con humildad a Dios y pedir por su liberación.
-          Enfermedad de Ezequías: esta intervención (cap. 38) se menciona para ilustrar las intervenciones del profeta en los asuntos de palacio.
-          La embajada babilónica: El poder pasó de Babilonia a Asiria y luego a Babilonia de nuevo, quedándose siempre en la cuenca del Tigris y Éufrates.  Mientras duró el poder de Asiria, Babilonia no se resignaba a ser una colonia más, así que buscaba con afán alianzas entre los enemigos de Asiria.  El rey babilonio Merodac-Baladán buscaba aumentar su poder y envía, bajo pretexto de la curación de Ezequías, una embajada para felicitarle.  Ezequías se siente halagado y les enseña a los delegados babilonios todas sus riquezas, sin consultarlo antes con Isaías, lo que da lugar a la profecía del cautiverio babilonio.

Unidad del libro
            Varios autores
            Durante siglos no ha habido dudas sobre la paternidad literaria del libro de Isaías.  Sin embargo, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, ha habido quienes han  querido ver en este libro hasta tres autores diferentes.  Por un lado habría tres autores diferentes para las tres secciones diferentes del libro.   Del capítulo 1 al 39 habría sido escrito por el Isaías original, un segundo autor para el “Deuteroisaías” (40-55) que vivió el cautiverio babilónico, y un tercer autor para el tritoisaías (56-66) quien ministró entre los repatriados (siglo V a.C.).  Otra postura, la teoría de la adición, propone que la esencia de Isaías fue escrita por una sola persona, pero que lo que tenemos hoy es la forma final que un editor le dio al escrito original haciendo ajustes que encajaran con las nuevas situaciones del pueblo[17].
            La teoría de los tres autores se basa en el cambio de estilo entre las distintas secciones.  Isaías de Jerusalén se autonombra como autor del libro, lo que nos proporciona de un escenario para los dos estilos principales del libro.  En los capítulos 1 al 35 Isaías predica sus juicios en una especie de prosa rítmica en mensajes cortos que, según algunos críticos, no daban lugar a que se fijaran en la mente de los que lo escuchaban.  Al igual que el resto de profetas, Isaías hilvanó sus mensajes con pequeñas secciones con mensajes sobre el futuro.  Probablemente después del tiempo de Manasés y los últimos días de Ezequías, la profecía fuera diferente, exclusivamente escrita y  no oral como en reinados anteriores[18]. 
            También hay quienes dividen el libro en dos partes (1-39 y 40-66) y por lo tanto ven en ella a dos autores diferentes. Un autor habría vivido antes del cautiverio y otro durante el cautiverio.  Es posible que los estudiosos coincidan con que el primer autor sería Isaías, el profeta de Jerusalén, pero a partir de allí, según algunos, se habría formado una escuela que siguió la tradición de Isaías, y que se mantuvo viva durante siglos para moldear el escrito hasta darle la forma que conocemos hoy.  Los que defienden esta postura, liderada por B. S. Childs, sostienen que lo que es realmente importante es la canonicidad de Isaías y no la inspiración dogmática que otros defienden[19]. El sentido original del texto fue inspirado y éste esta sellado por la experiencia probada de la vida de la comunidad (P. R. Ackroyd)[20]. 
S. H. Driver ve una diferencia significativa de estilos entre los capítulos 1-27 y 44-66 y para explicar esa diferencia propuso la analogía de la profecía, según la cual los profetas (sólo) debían dirigirse a una audiencia presente[21].  En la primera sección el enemigo es Asiria, mientras que en el deuteroisaías el enemigo es Babilonia, lo que tiene que significar que en la composición del texto intervinieron dos autores diferentes. Esta postura intenta arrebatar el elemento profético de los escritos de Isaías, de ello se hablará más adelante.
            Para argumentar estas teorías, otros estudiosos como R. Margalioth (The indivisible Isaiah)[22] han llevado a cabo distintos estudios para probar la unidad del libro.  Margalioth estudió los vocablos y expresiones características en las dos partes de Isaías, y encontró por ejemplo que expresiones como “El santo de Israel” se haya doce veces en la primera parte y catorce en la segunda.  “El Alto y el Excelso” es común a las dos secciones, al igual que distintas descripciones del pueblo de Israel. Un argumento comúnmente usado para explicar la diferencia de estilo entre las dos, o tres, secciones, es comparar las distintas etapas de otros escritores, como Shakespeare, quien en 25 años de trabajo literario, experimentó hasta 4 grandes etapas[23].   
            El problema de la profecía
            Una de las consecuencias de optar por dos o tres autores para el libro de Isaías es el peligro de desvirtuar los pasajes proféticos del texto para reducirlos a una mera adición posterior.  “La analogía de la profecía”  de S. H. Driver, apunta al profeta relacionándose exclusivamente con su propia generación.  Trenchard aclara: “…los profetas no siempre predecían acontecimientos en el tiempo gramático futuro, sino a menudo en el presente histórico como si fueran observadores personales de lo que había de acontecer en el futuro, sin excluir el tiempo pretérito.[24]  Habría que distinguir, llegados a este punto, entre predicción y predicación.  La predicción encierra un elemento sobrenatural, ya que se anuncia lo que Dios hará en el futuro.  La predicación sin embargo tiene que ver con el presente, es el anuncio divino de lo que los hombres deberían hacer en el presente, el profeta se convierte en una conciencia para su pueblo, señalando el bien y el mal desde el punto de vista de Dios[25].  G. E. Wright aclara que una profecía se da antes de lo que predice, pero es contemporánea o posterior de lo que presupone[26], es decir, el mensaje de cada profeta es pertinente a sus contemporáneos.  Habiendo aclarado esto, entonces podemos decir que lo que los teólogos liberales intentan es desprestigiar el elemento predictivo de las profecías dejando únicamente la predicación. 
            Está por demás decir que si se elimina lo predictivo de los textos proféticos se ataca la doctrina de la inerrancia tal y como se entiende por los teólogos conservadores. Alfred Martin comenta: “El asunto básico es la inspiración de la Biblia porque si la Biblia fuese un libro meramente humano, entonces, como en cualquier otro libro no inspirado por Dios, la mención de Ciro sería increíble, pero si la Biblia está verbalmente inspirada por Dios, y es la Palabra de Dios inequívoca, entonces dicha mención no sería increíble[27].”  El capítulo 45, donde se habla de Ciro como instrumento de Dios para liberar a su pueblo, es especialmente problemático, porque ¿Cómo pudieron los contemporáneos de Isaías entender la cautividad babilonia cuando estaban siendo dominados por Asiria, no por Babilonia, y cómo entendieron ellos el nombre de un rey desconocido de un reino desconocido que les liberaría?[28]  Pensando en esto valdría la pena preguntarnos ¿daría Dios información totalmente inútil a su pueblo? Y siguiendo en esta misma línea ¿Cómo entender entonces el libro de Apocalipsis? ¿No querrá Dios de nosotros lo mismo que esperaba de sus hijos hace 2700 años, que esperemos en Él aún cuando no tengamos los datos exactos de todo lo que sucederá? En el libro de Isaías Dios quiere ser el Salvador de su pueblo, reclama su total confianza; este reclamos sigue siendo el mismo de cara a al Segunda venida de Jesús por su iglesia.
            Evidencia externa e interna
            Evidencia externa: la tradición judía ha apoyado la unidad del libro.  El descubrimiento de los rollos del  mar Muerto, en 1947, nos dejó una copia casi completa del libro de Isaías que data del siglo II, la LXX (s. II) también lo acepta como un solo libro[29]. Los escritores del N. T. asumieron que Isaías era el autor de toda la obra, ningún otro profeta se cita tanto en el N. T. como Isaías (Ej. Juan 12:38, 39-40, 1:23; Mateo 3:3 8:17, 12:17-21; Marcos 1:2-3; Lucas 3:4-6; Romanos 10:16, 10:20; Hechos 8:32-33, entre otros pasajes). 
            Evidencia interna: R. Margalioth se dedicó a estudiar términos idénticos, y encontró entre otras evidencias que el término “el Santo de Israel” aparece 12 veces en la primera sección (1-39) y 14 veces en la segunda sección (40-66).  Este título sólo aparece seis veces en otras citas del Antiguo Testamento.  El tema de la “calzada o camino”, “paz”, “gozo” y el “remanente” se encuentran en varias citas a lo largo del libro, en la primera o segunda parte del mismo por igual. 

Estructura

A.    Isaías denuncia el pecado de su pueblo y el pertinente juicio de parte de Dios.  A pesar de ser Israel y Judá el centro del mensaje de Isaías, hay juicios para otras naciones y reinos que han oprimido al pueblo escogido (1:1-39:8).

- Judá es una nación pecadora (1:1-5:30)
- La redención viene de Jehová (6:1-12:6)
- Jehová juzga a las naciones vecinas (13:1-35-10)
- Jehová libra a su pueblo de la amenaza asiria (36:1-39:8)

B. El juicio de Dios no hace de menos el amor por su pueblo.  En medio del juicio hay mensajes de restauración futura para Israel y Judá. Dios es soberano y permitirá que reyes se levanten y aboguen a favor de los exiliados para que vuelvan y reconstruyan Jerusalén (40:1-55:13).

- La esperanza viene de Jehová (40:1-46:13)
- Jehová juzga a Babilonia por su idolatría y engaño (47:1-15).  Judá también es condenada por poner su confianza en ídolos inútiles y atribuirles el poder de suplir a sus necesidades (48:5). 
- Israel es el pueblo elegido por Dios y por eso prevee darles un Salvador (49:1-55:13)

C. La prueba de que la restauración futura de Judá es que Dios tiene un mensaje para aquellos que regresarán a reconstruir Jerusalén. Dios pide que ellos no cometan los errores de sus antepasados y se presenta como un Dios vengador y defensor de su pueblo (56:1-66:24).

-          Lo que Jehová espera de los repatriados (56:1-59:21)
-          Restauración futura de Sión (60:1-66:24)

Propósito y Temas Teológicos
El profeta Isaías escribe con el propósito de exhortar al reino del norte y al reino del sur a abandonar sus costumbres pecaminosas y a confiar únicamente en Jehová ante la amenaza enemiga.  Isaías en repetidas ocasiones hace ver a su pueblo que el castigo por su pecado será grande, pero que en medio de toda su tristeza Dios tendrá compasión de ellos y el futuro volverá a ser glorioso para Sión y un Salvador vendrá a ellos para traer paz.  El libro de Isaías es un llamado al pueblo de Judá a reanudar su relación pactal con su Dios[30].              Dios es juez, salvador, padre compasivo, padre dolido, es el dueño de una viña que no da frutos, es el Santo de Israel, es el que hace correr al enemigo y el que hará retornar a su pueblo de la cautividad, pero sobre todo, Isaías presenta a Dios inmensamente involucrado en la historia de su pueblo, en su realidad presente y la futura, Dios está en control.




[1] Ernesto Trenchard, Los libros proféticos: introducción general y exposición de Isaías (Madrid: Literatura Bíblica, 1974): 55
[2] John A. Martin, Isaías, trad. Bernardino Vázquez y Diana de Peláez, en John F. Walvoord y Rob B. Zuck, eds., El Conocimiento Bíblico: un comentario expositivo, Antiguo Testamento  (Puebla: Ediciones las Américas, 1996) 5: 13
[3] Ibid., 31
[4] Las fechas varían según los autores consultados, por ejemplo la Introducción al libro de Isaías de la Santa Biblia, versión Reina Valera revisión de 1995 ofrece la fecha del 738 a.C. como el inicio del ministerio del profeta mientras que Alfred Martin (Isaías, la salvación del Señor) y Ernestro Trenchard (Introducción a los libros proféticos e Isaías) se inclinan por el año 740 a.C.  J. A. Martin (El Conocimiento Bíblico) sitúa la muerte de Uzías en el 739 a.C. y por lo tanto data el inicio de la actividad profética de Isaías en este año. El problema de fechas se debe a la falta datos sobre si la visión fue recibida antes del inicio del ministerio del profeta, entonces, se dio antes de la muerte del rey.  
[5] John A. Martin, El Conocimiento Bíblico: un comentario expositivo, Antiguo Testamento : 13
[6] De nuevo las fechas no coinciden, esto va a depender del comentarista.  Alfred Martin propone 40 años de ministerio mientras que para Ernesto Trenchard serán 50.
[7] Ernesto Trenchard, Los libros proféticos: introducción general y exposición de Isaías: 56
[8] Op cit
[9] Ibid.
[10] John A. Martin, El Conocimiento Bíblico: un comentario expositivo, Antiguo Testamento:  31
[11] Jorge L. Robinson, El libro de Isaías (Grand Rapids, Michigan: Subcomisión Literatura Cristiana de la Iglesia Cristiana Reformada, 1978): 14 y 15
[12] Ernesto Trenchard, Los libros proféticos: introducción genera y exposición de Isaías: 59 y 60
[13] Alfred Martin, Isaías, la salvación del Señor (Gran Rapids, Michigan: Publicaciones Portavoz Evangélico, 1979): 10 y 11
[14] Ibid
[15] Ernesto Trenchard, Los libros proféticos: introducción genera y exposición de Isaías: 57-60
[16] J. Alec Motyer (Isaiah, an introducction and commentary) identifica tres crisis o tres estados relacionados con la fe o la falta de ella en Isaías: la incredulidad del rey, la fidelidad de Dios y lo definitivo (irreversible) de la incredulidad.
[17] J. Aleec Motyer, Isaiah  (Downers Grove, Illinois: Inter Varsity Press, 1999): 28
[18] Ibid.,  30-31
[19] Íbid., 28
[20] Ibid.
[21] Ernesto Trenchard, Los libros proféticos: introducción general y exposición de Isaías: 61
[22] Citado por Ernesto Trenchard (Los libros proféticos: introducción genera y exposición de Isaías): 62
[23] Ibid.
[24] Ibid., 63
[25] Ibid., 26-27
[26] J. Aleec Motyer, Isaiah  (Downers Grove, Illinois: Inter Varsity Press, 1999): 29
[27] Alfred Martin, Isaías, la salvación del Señor: 13
[28] J. Aleec Motyer, Isaiah  (Downers Grove, Illinois: Inter Varsity Press, 1999): 29
[29] John A. Martin, El Conocimiento Bíblico: un comentario expositivo, Antiguo Testamento: 14
[30] Ibid., 15




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