EL DIÁLOGO

EVITANDO A LOS EXTREMISTAS E INICIANDO EL DIÁLOGO:


La historia de la iglesia cristiana está repleta de individuos que definieron su fanatismo como "fidelidad". Lamentablemente, lo mismo se aplica a algunas de las ramas fundamentalistas en el árbol del cristianismo. Una tendencia hacia el extremismo parece ser una parte constituyente de la naturaleza humana caída. Dios ha buscado corregir esta tendencia a través de sus profetas.

El diálogo se toma muy duro, y a veces confuso, por causa de los extremistas, que piensan que la única posición segura es tomar el punto de vista extremo de cada expresión que ella ha escrito o hablado, aunque haya diferentes puntos de vista sobre ese tema.

Por eso, y por muchas más razones, el diálogo es necesario y ha de estar permitido. La raíz LOGOS (palabra, idea, verbo) eterno en el evangelio de Juan, que se encarnó, "tabernaculizó" entre nosotros, se hizo Santuario para vivir entre los hombres. (Jn 1.14) es capital para entender mi propuesta.

Lo conservador se ha asociado a la fidelidad y a lo "verdadero" sin que necesariamente sea ya no solamente bíblico sino además ni siquiera ético, con el consecuente problema que acarrea en los miembros que sufren porque no se sienten salvados, felices, porque no se sienten dignos de los dones divinos y además de coartar su educación, impedimos el crecimiento en la calidad y en el éxito del legado Cristocéntrico del movimiento. Si en sus iglesias se sienten súbditos, la culpabilidad es de ellos y si pretenden cambiar la situación en la que se encuentran, tal vez se encuentren con un pastor asalariado que no hace el menor esfuerzo de vaciamiento por entenderles.

También puede ocurrir todo lo contrario, y efectivamente exista la voz del pastor que cuida, aconseja, ama y se desvive por sus ovejas y no solamente por su institución. Da su vida por ellas. Por todo ello, el diálogo ha de verse envuelto ya por la nebulosa de la encarnación divina. No es hablar a los pecadores de sus pecados, es sentarse con ellos para que se obre un milagro. Se trata también de sentirse bien en la iglesia y fuera de ella y no aguantar estoicamente las predicaciones zoológicas apocalípticas o los desajustes sociales y culturales llenos de orgullo y ambición individual. La iglesia que surgió de Jesús no era un grupo cerrado, se extendió por Antioquía y por toda Asia y hasta los confines de la tierra en donde los laicos no eran sujetos pasivos sino activos y en donde se escuchaba y se dialogaba con todos sin el juicio irreflexivo del extremista. Soñemos con ser iglesia surgida de Jesús...¿Te apuntas?

Ldo. Diego Calvo, Teólogo






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