TOBBÍAS Y LOS TESTIMONIOS PATRÍSTICOS
Al ponernos en
contacto inmediato con el libro de Tobías y estudiar los testimonios más
antiguos que de él poseemos, nos sorprende que no haya sido incluido en el
canon de los libros sagrados de los judíos. Sabemos con certeza que los judíos
lo utilizaron en arameo y hebreo, y que muy pronto lo tradujeron a las lenguas
vulgares de la diáspora, especialmente al griego y al latín. De todas formas,
la abundancia de testigos antiguos es señal de la gran estima en que tuvieron
al libro de Tobías, primero los judíos, y después los cristianos.
La historia del
texto del libro de Tobías es muy complicada y está íntimamente ligada a la
aceptación o al rechazo del libro entre los judíos. Orígenes dice de su tiempo
(ca. 248): «Los hebreos no utilizan ni a Tobías ni a Judit en hebreo, ni
siquiera en los apócrifos»[1].
Un poco más tarde, alrededor del año 400, san Jerónimo contradice en parte el
testimonio de Orígenes. En su prólogo a Tobías escribe: «Me instáis a que
traduzca al latín un libro escrito en lengua caldea [aramea], el libro de
Tobías, al que los hebreos, separándolo del catálogo de las divinas Escrituras,
lo han agregado a los que llaman Hagiógrafos»[2].
La enseñanza de san Jerónimo acerca del libro de Tobías siempre fue la misma,
como veremos a propósito de su canonicidad; si bien tiene algunas fluctuaciones
en el vocabulario. En el prólogo Galeatus san Jerónimo coloca el libro
de Tobías entre los apócrifos[3],
y en el prólogo al mismo libro lo cuenta entre los hagiógrafos a ejemplo
de los hebreos, como acabamos de ver. En este contexto los términos «apócrifo»
y «hagiógrafo» son sinónimos para san Jerónimo; los toma, pues, en un sentido
«lato»[4],
no peyorativo. Esto se confirma por el hecho de que él mismo aplauda y
recomiende la lectura que en la Iglesia se hace de Tobías y de los otros libros
semejantes[5].
Así, pues,
según Orígenes los hebreos no utilizaban en modo alguno el libro de Tobías; en
cambio, san Jerónimo conoce el libro de Tobías en versión aramea, que él
traduce al latín en un solo día con ayuda de un judío que hablaba perfectamente
el arameo y el hebreo[6].
Ni Orígenes ni san Jerónimo tienen idea de un Tobías en hebreo. Los
descubrimientos de Qumrán nos sorprenden, sin embargo, con varios textos en
arameo y hebreo del libro de Tobías, como vemos enseguida.
[1]. Carta a
Africano, 19(13),14-15; SC 302,562-563. Pero ¿lo utilizaban en arameo? Orígenes
no lo dice.
[2].
«Exigitis enim, ut librum chaldeo sermone conscriptum ad latinum stilum traham,
librum utique Tobiae, quem Hebrei de catalogo divinarum Scripturarum secantes,
his quae Agiografa memorant manciparunt» (Biblia Sacra iuxta latinam
vulgatam versionem, vol. VIII: Ezras, Tobias, Iudith [Roma 1950], p. 155).
[3].
«Hic prologus scripturarum quasi galeatum principium omnibus libris, quos de
hebreo vertimus in latinum, convenire potest, ut scire valeamus, quidquid extra
hoc est, inter Apocrifa seponendum. Igitur Sapientia, quae vulgo Salomonis
inscribitur, et Iesu filii Sirach liber et Iudith et Tobias et Pastor non sunt
in canone...» (Biblia Sacra iuxta latinam vulgatam versionem,
vol. V: Samuhel [Roma 1944], p. 8-9).
[4]. En sentido
propio por libro «apócrifo» se entiende un libro escondido, secreto,
apartado por contener supuestas doctrinas falsas, peligrosas, etc.; por
«hagiógrafo» uno de los nueve libros que componen el tercer grupo de los 22
libros sagrados de los hebreos: «Tertius ordo _γιόγραφα possidet, et primus liber incipit ab Iob, secundus... Atque
ita fiunt pariter veteris legis libri viginti duo, id est Mosi quinque,
Prophetarum octo, Agiograforum novem...» (Biblia Sacra iuxta latinam
vulgatam versionem, vol. V: Samuhel [Roma 1944], p. 6-7). Ver en Migne la larga
nota aclaratoria que escribe el editor de la traducción al latín que hizo san
Jerónimo del libro de Tobías: PL 29, pp. 23-26.
[5]. «Sicut ergo
Iudith et Tobi et Macchabeorum libros legit quidem Ecclesia, sed inter
canonichas Scripturas non recipit, sic haec duo volumina [Eclesiástico y
Sabiduría de Salomón, a la que llama ψευδεπίγραφoς] legat ad aedificationem plebis, non ad
auctoritatem ecclesiasticorum dogmatum confirmandam» (Prólogo a libros de
Salomón: Biblia Sacra iuxta latinam vulgatam versionem, vol XI [Roma
1957], p. 4-5; ver también sobre Judit en su prólogo (Biblia Sacra iuxta
latinam vulgatam versionem, vol. VIII [Roma 1950], p. 213).
[6]. Como san
Jerónimo en este tiempo habla perfectamente el hebreo, pero no domina el
arameo, se vale de un experto para que le traduzca el libro de Tobías del
arameo al hebreo, y él dicte a un amanuense lo que será la versión vulgata
latina de Tobías: «quia vicina est Chaldeorum lingua sermoni hebraico,
utriusque linguae peritissimum loquacem repperiens, unius diei laborem arripui
et quicquid ille mihi hebraicis verbis expressit, haec ego accito notario,
sermonibus latinis exposui» (Biblia Sacra iuxta latinam vulgatam versionem,
vol. VIII
[Roma 1950], pp. 155-156).
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