CARTA ECUMÉNICA ECLESIÁSTICA
La
pluralidad de convicciones religiosas e ideológicas y de formas de vida se ha
vuelto característica de la cultura europea. las religiones orientales y los
nuevos grupos religiosos van extendiéndose y despertando también interés en
muchos cristianos. Existen también cada vez más hombres y mujeres que se
apartan de la fe cristiana y se comportan con indiferencia hacia ésta, o que
siguen otras visiones del mundo.
Queremos
esforzarnos por considerar con seriedad las críticas que se nos formulan y por
entablar un debate leal. También procede discernir con qué comunidades se puede
buscar el diálogo y el encuentro y respecto a cuáles debe expresarse cautela
desde el punto de vista cristiano.
Nos
comprometemos pues:
•
- A reconocer la libertad
de religión y de conciencia de dichas personas y comunidades y a garantizar que
tanto individual como colectivamente, en privado y en público, puedan practicar
su religión y su visión del mundo en el marco del derecho vigente;
•
- A estar abiertos a un
diálogo con todos los hombres de buena voluntad, a procurar con ellos objetivos
comunes y a testimoniar ante ellos la fe cristiana.
Como
Señor de la única Iglesia, Jesucristo es nuestra mayor esperanza de
reconciliación y de paz. En su nombre queremos seguir juntos el mismo camino en
Europa. Pedimos a Dios la asistencia de su Espíritu Santo.
"El
Dios de la esperanza os colme de todo gozo y paz en vuestra fe, hasta rebosar
de esperanza por la fuerza del Espíritu Santo" (Rm 15, 13).
En
calidad de presidentes de la Conferencia de Iglesias Europeas (KEK) y del
Consejo de Conferencias Episcopales Europeas (CCEE), recomendamos a todas las
Iglesias y Conferencias Episcopales de Europa que acojan la presente Carta
Ecuménica como documento de base, adaptándola cada una a su particular
contexto.
Con esta
recomendación, firmamos la Carta Ecuménica en el marco del Encuentro Ecuménico
Europeo, hoy, primer domingo después de la fiesta de la Pascua común de este
año 2001.
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