MARIHUANA


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En una época en que la marihuana empieza a verse con menos prevención, a través de la legalización de sus usos médicos o recreativos, hay científicos que prefieren alertar sobre esa actitud como un peligro serio de salud pública.
Es el caso de la doctora Nora Volkow, directora del Instituto Nacional de Abuso de las Drogas (Nida, por su sigla en inglés) y experta mundial en el estudio del cerebro humano y del efecto en él de la adicción a las drogas. Volkow ha estudiado, especialmente a profundidad, el efecto de la marihuana en el cerebro de los jóvenes.
La científica aceptó hablar con Colprensa sobre los conceptos que comparte en la comunidad médica, a propósito de la discusión sobre uso de sicoactivos abierta en distintas partes del mundo, incluida Colombia, donde el Congreso tramita un proyecto de ley para aprobar el uso médico de la marihuana.
¿La drogadicción puede ser explicada como un daño en la corteza frontal del cerebro?
Tenemos que definir lo que entendemos por daño. No estamos hablando aquí de “agujeros” en el cerebro ni de un daño tipo isquémico. El tipo de daño que se asocia a los trastornos de abuso de sustancias y a la adicción son en realidad trastornos persistentes en las vías de comunicación dentro y entre diferentes partes del cerebro, como resultado del uso crónico de una droga.
¿Existe algún tratamiento médico que pueda contrarrestar ese daño, para superar las adicciones?
Hoy por hoy la forma más eficiente de contrarrestar estos cambios plásticos en el cerebro consiste, en líneas generales, en un proceso de dos fases. Primero se debe iniciar una detoxificación, para librar al cerebro de los efectos perniciosos de la droga; en algunos casos este proceso puede ser facilitado por el uso de farmacoterapias. El segundo paso involucra primariamente terapias conductuales, de las cuales existe un gran número de modalidades, que pueden con el tiempo revertir o compensar los cambios de neurotransmisión o conectividad causados por la droga.
¿Las adicciones causan otro tipo de comportamientos anómalos o enfermedades?
Es muy importante reconocer que los trastornos de abuso de sustancias muy frecuentemente están acompañados de otras enfermedades psiquiátricas, como la depresión o la ansiedad, condiciones que, si no son tratadas conjuntamente, suelen empeorar significativamente la prognosis y las chances de recuperación a largo plazo.
¿Cómo se puede entender la mente de un drogadicto, si se le considera una persona enferma?
La adicción puede ser definida como una enfermedad asociada a un proceso de aprendizaje patológico: el cerebro ha aprendido (y se ha adaptado a) la lección que dice que la droga es absolutamente necesaria para que funcione. Este aprendizaje es tan poderoso que lleva al individuo a cometer actos en forma cada vez más automática y divorciada de la capacidad de ejercer el libre albedrío.
¿A qué se deben los daños cerebrales cuando se usan sustancias psicoactivas; habría forma de prevenirlos?
El uso crónico de una droga adictiva causa, primero, cambios agudos en la neurotransmisión dependiente de la dopamina. Estos cambios están relacionados con los efectos euforigénicos de la droga que hacen que una persona vulnerable desee repetir la experiencia una y otra vez. Pero con el uso repetido de la droga, el cerebro comienza a adaptarse a los niveles crónica y anormalmente altos de dopamina, lo que eventualmente causa cambios patológicos en la forma en que el cerebro procesa la información, monta respuestas a diferentes estímulos y toma decisiones.
¿Es cierto afirmar que la drogadicción y otras adicciones pueden ser heredadas? ¿Por qué pasa eso?
Una parte (aproximadamente la mitad) del riesgo de abusar una droga y de volverse adicto a ella una vez que este uso ha comenzado es, ciertamente, de carácter genético (el resto proviene del ambiente y del estadio de desarrollo). Esto quiere decir que existen características heredables que pueden afectar la vulnerabilidad de un individuo. Estas características pueden operar en diferentes niveles: Por ejemplo, pueden promover un temperamento intempestivo, hacer que una droga sea destruida rápidamente en el torrente sanguíneo o debilitar el sistema cerebral de dopamina, todas las cuales aumentarían, por diferentes vías el riesgo de abuso y adicción.
El costo social del uso de la droga
La doctora Nora Volkow explicó que las consecuencias del uso de la marihuana son diferentes de las de otras drogas y es probable que sean menos evidentes para un usuario casual en edad adolescente. Con la siguiente argumentación:

“Los usuarios de la marihuana por sí misma no corren un riesgo significativo de sufrir una sobredosis fatal, por ejemplo, y hasta se duda de si la marihuana es tan perjudicial para los pulmones como el tabaco. Por el contrario, el consumo de marihuana, particularmente cuando se inicia a una edad temprana, pone al usuario en una trayectoria decreciente de vida; una trayectoria que se verá afectada por una constelación de factores que incluyen la alteración del desarrollo cognitivo y social.

“Infortunadamente, una capacidad cognitiva que disminuye lentamente a lo largo de meses o años (así como otros efectos a largo plazo sobre la vida y el bienestar) no es el tipo de daño que los jóvenes sean capaces de percibir fácilmente.

“Teniendo en cuenta los aumentos que estamos viendo en el consumo de marihuana en este grupo etario, es más crucial que nunca desafiar la impresión que muchos de ellos tienen de que la marihuana es una sustancia benigna e injustamente demonizada. También debemos hacer más para contrarrestar la idea falsa y peligrosa de que la marihuana no es adictiva. Las investigaciones sugieren que alrededor del 9 por ciento de todos los usuarios se vuelven adictos y que, entre los que empiezan jóvenes, el porcentaje es cercano al 17 por ciento, o sea uno de cada seis. Una cuarta parte y la mitad de los que usan marihuana a diario se vuelven adictos a la droga. Así, muchos del casi 7% de los alumnos en el último año de la escuela secundaria que reportan fumar marihuana a diario o casi a diario, ya son o están en camino de volverse adictos, además de funcionar en un nivel inferior al óptimo todo el tiempo”.  
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