PODEMOS CAMBIAR

Estamos programados para el cambio

Movilidad, flexibilidad, plasticidad, son atributos de nuestro cerebro que hacen que estemos diseñados para enfrentar los cambios y adaptarnos a nuevos retos. El neuropsicólogo Richard Davidson dice: “el cerebro es el órgano que está construido para cambiar en respuesta a las experiencias, mucho más

que nuestros otros órganos”. ¿Por qué a veces  nos quedamos atascados y no nos permitimos una  constante de fluidez y cambio?.  En algún episodio de nuestra vida nos hemos sentido
detenidos y nos ha resultado difícil revertir la situación, a pesar de haber sentido activado nuestro “termostato emocional” dando alerta roja, que algo “está sucediendo”, que no nos sentimos a gusto, pero preferimos seguir, tal vez esperando que las cosas se vayan acomodando por si solas, a veces el momento no llega, y por el contrario nos vamos sintiendo peor.
Nuestro cerebro está programado para tener la capacidad de salir y encontrar su equilibrio. ¿Qué es lo que hace que le demos vueltas al asunto, que lo pensemos a diario y que no nos embarquemos al cambio? Son en definitiva nuestras “valoraciones, paradigmas o creencias limitantes” que nos están poniendo la barrera y que generan resistencias para que no nos enfrentemos a lo nuevo por conocer.  A nuestro cerebro le resulta más fácil “lo ya aprendido”, donde se sitúa nuestra zona de confort y lo toma como lectura, ya que está acostumbrado a responder a lo que por buen tiempo ha sido estimulado, pero la buena noticia es que nuestro cerebro dada su “plasticidad” puede “reaprender” nuevas formas de funcionar y emitir  respuesta, modeladas por los nuevos pensamientos cargados de emociones y acciones que funcionen de manera armoniosa como un todo integrado cuerpo-mente,  dando forma a nuevas experiencias.  Cuando sucede y luego miramos hacia atrás  nos damos cuenta que las creencias que antecedían ya no son las mismas;  este mecanismo flexible y de cambio acaba cuando dejamos de existir.
Solemos caer en la apatía de la rutina en el trabajo, a veces por la creencia que ya no hay nada nuevo por conocer o explorar, a pesar que  hemos probado varias maneras de  motivarnos  y volvemos a sentir que se nos activa  el chip de insatisfacción,  es el momento de darnos cuenta que nuestra vida está demandandonos nuevos retos.  Por otro lado, seguir con una relación que ya no va para más, después de haber probado diferentes formas de salvarla.  ¿Cuál es el costo que pagamos por nuestra inmovilidad?, No sólo impedimos abrir la puerta para explorar nuevos caminos e ir en busca de nuestra felicidad, sino que también comienzan a aparecer síntomas y somatizaciones que nos declaran una verdad que queremos tapar, necesidades abiertas que brotan como desahogo de algo que exige resolverse desde nuestro interior. Es cuando comienzan a manifestarse resfríos, problemas dermatológicos, cardiovasculares, ulceras u otras dolencias orgánicas, que no son más que la consecuencia de que no estamos en el lugar “que deseamos estar” para ser felices.  Bach refiere: “La enfermedad es un conflicto entre la personalidad y el alma”.
¿Es fácil cruzar la barrera hacia el cambio? Todos nos preguntamos lo mismo, si no nadie sufriría. La respuesta está en nuestras CREENCIAS, de la forma como interpretamos las cosas, el valor que le damos. Nos dice E. Punset, “Gracias a la neuroplasticidad podemos reaprender durante toda nuestra vida”.  Es por ello que es importante echar un vistazo a, ¿Qué es aquello que nos impide el cambio?, considerar cruzar la valla, atrevernos al nuevo desafío de reinventarnos.  Dar el primer paso e ir de a pocos, experimentando lo que vamos sintiendo en el proceso, ¿Qué va ocurriendo?, ¿Cómo me siento frente a ello?, De qué me estoy dando cuenta?, ¿A qué estoy renunciando? Y, ¿cuál es el precio?,  ¿Mis retos son más fuertes que mis miedos?, ¿Quiénes se benefician con ello?, ¿Tiene un beneficio ecológico, es decir, el equilibrio con mi entorno prevalece?
El estado de bienestar y felicidad no viene gratis, es importante que trabajemos asuntos o necesidades que no hemos resuelto, desde la conciliación con personas a las que no hemos perdonado, hasta el perdón y aceptación de nosotros mismos. Luego de experimentar un estado de liberación y paz podremos estar preparados para nuestra gran travesía, para viajar limpios, clarificados en busca de nuestros sueños, viables y objetivos donde estén conectados nuestros recursos y nuestros desafíos, como un equipaje valioso que nos conducirá al lugar tan deseado al que queremos llegar, libres, creativos y sin límites para lograr nuestros propósitos y ser más felices.

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