Alguna vez Albert Einstein escribió que "el peligro más grande en la ciencia es una mente cerrada". La misma idea puede ser parafraseada para cualquier área del conocimiento o actividad humana.
Las mentes cerradas se multiplican y al parecer, en los últimos años, han aumentado de una manera espeluznante amenazando la racionalidad y la capacidad de pensar adecuadamente.
Me gusta pensar en las mentes abiertas como "mentes sabias", y en las mentes cerradas como "mentes necias" y decrépitas.
La mente sabia es curiosa, inquieta, ansiosa de aprender, activa y permanentemente en búsqueda de conocimiento. A través de toda la historia humana, las más maravillosas verdades, descubrimientos e inventos han venido de mentes abiertas.
La mente necia y decrépita, en cambio, es parte de seres humanos que están muertos en vida. Sus mentes fosilizadas por la inacción, estancadas en prejuicios y estereotipos. No buscan, no aprenden, no desean más. Se conforman con las "certezas" que tienen y convierten todo atisbo de verdad que logran en una "verdad única" y en un discurso absoluto que se niegan a examinar. Sin darse cuenta se yerguen con características pseudo-divinas, son como pequeños bufones jugando a ser absolutos.
Como dijera Confusio, el filósofo chino: "El tipo más noble de hombre tiene una mente amplia y sin prejuicios. El hombre inferior es prejuiciado y carece de una mente amplia". Eso implica que hace mucho tiempo se sabía que había una diferencia clave entre mentes abiertas y cerradas.
Las mentes abiertas producen ciencia, conocimiento, seguridad, alegría de vivir, confianza en las posibilidades humanas de descubrir y crear. No miran con sospecha lo que se descubre y tampoco se atreven a decir que llegaron a certezas absolutas, son tan grandes las posibilidades de conocimiento, que plantearse en términos absolutos, les parece simplemente un insulto a la inteligencia.
En cambio, las mentes cerradas prescinden de la ciencia, sospechan del conocimiento, viven constantemente angustiados por aquellos que se atreven a cuestionar sus "certezas", no son felices porque están permanentemente en reyertas con los que ellos consideran liberales por atreverse a pensar, están llenos de culpa y ven en la humanidad sólo falencias, y no se atreven a sostener que la creatividad y el deseo de descubrir son dones otorgados a la humanidad por el mismo que le dio al ser humano la posibilidad de pensar.
El mayor peligro de hoy no son los descubridores de nuevos senderos, sino las mentes cerradas. Son este tipo de mentes necias las que crean los extremismos más horrendos, los que se niegan al cambio, los que producen fanatismos de los más diferentes estilos, los fundamentalistas religiosos y políticos que se niegan a examinar su propio pensamiento, señal ineludible de la vesania que corroe sus mentes.
Las mentes abiertas, en su búsqueda permanente, en su sed insaciable por conocer, en su curiosidad llena de alegría, cometen errores, pero eso no las amilana ni les perturba, siguen, porque saben que continuar es la única posibilidad de vivir una vida de plenitud intelectual.
Las mentes cerradas, en cambio, viven agazapadas detrás de certezas aprendidas, repetidas, adoradas y nunca examinadas, con un miedo permanente a ver socavadas sus convicciones, eso los lleva a sospechar de académicos, intelectuales y estudiosos, lo que los torna fríos, tristes en su acritud, y permanentemente atados al miedo de equivocarse o descubrir que alguna de sus certezas, no son más que una vana ilusión.
Fueron mentes abiertas las que siguieron a Jesús, y fueron mentes cerradas las que lo llevaron a la cruz, tal como sucede en este mismo instante en cualquier lugar de este mundo... mentes abiertas que se alegran de saber y mentes cerradas que intentan acallar al que sabe o, que al menos, cree que sabe, pero salta de alegría buscando, siempre buscando, contentos de entender que lo mejor es la búsqueda más que la meta misma.
¡Basta ya! La bomba nuclear no es nada comparado con lo que pueden hacer las mentes cerradas. Quienes se niegan a pensar, en realidad, anulan la más hermosa opción que los seres humanos tienen. Las mentes cerradas son un peligro, para sí mismas y para todo aquel que esté bajo el influjo de su influencia. Di ¡basta! y aléjate de quienes por temor a examinar y pensar, terminan destruyendo a todo aquel que se atreve a dejar la comodidad de las verdades absolutas, para hacer lo que nunca debería dejar de hacerse: Buscar, siempre, sabiendo que la humanidad sabia no posee verdades absolutas, sino que es un buscador, y con eso, es suficiente.
Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014
Las mentes cerradas se multiplican y al parecer, en los últimos años, han aumentado de una manera espeluznante amenazando la racionalidad y la capacidad de pensar adecuadamente.
Me gusta pensar en las mentes abiertas como "mentes sabias", y en las mentes cerradas como "mentes necias" y decrépitas.
La mente sabia es curiosa, inquieta, ansiosa de aprender, activa y permanentemente en búsqueda de conocimiento. A través de toda la historia humana, las más maravillosas verdades, descubrimientos e inventos han venido de mentes abiertas.
La mente necia y decrépita, en cambio, es parte de seres humanos que están muertos en vida. Sus mentes fosilizadas por la inacción, estancadas en prejuicios y estereotipos. No buscan, no aprenden, no desean más. Se conforman con las "certezas" que tienen y convierten todo atisbo de verdad que logran en una "verdad única" y en un discurso absoluto que se niegan a examinar. Sin darse cuenta se yerguen con características pseudo-divinas, son como pequeños bufones jugando a ser absolutos.
Como dijera Confusio, el filósofo chino: "El tipo más noble de hombre tiene una mente amplia y sin prejuicios. El hombre inferior es prejuiciado y carece de una mente amplia". Eso implica que hace mucho tiempo se sabía que había una diferencia clave entre mentes abiertas y cerradas.
Las mentes abiertas producen ciencia, conocimiento, seguridad, alegría de vivir, confianza en las posibilidades humanas de descubrir y crear. No miran con sospecha lo que se descubre y tampoco se atreven a decir que llegaron a certezas absolutas, son tan grandes las posibilidades de conocimiento, que plantearse en términos absolutos, les parece simplemente un insulto a la inteligencia.
En cambio, las mentes cerradas prescinden de la ciencia, sospechan del conocimiento, viven constantemente angustiados por aquellos que se atreven a cuestionar sus "certezas", no son felices porque están permanentemente en reyertas con los que ellos consideran liberales por atreverse a pensar, están llenos de culpa y ven en la humanidad sólo falencias, y no se atreven a sostener que la creatividad y el deseo de descubrir son dones otorgados a la humanidad por el mismo que le dio al ser humano la posibilidad de pensar.
El mayor peligro de hoy no son los descubridores de nuevos senderos, sino las mentes cerradas. Son este tipo de mentes necias las que crean los extremismos más horrendos, los que se niegan al cambio, los que producen fanatismos de los más diferentes estilos, los fundamentalistas religiosos y políticos que se niegan a examinar su propio pensamiento, señal ineludible de la vesania que corroe sus mentes.
Las mentes abiertas, en su búsqueda permanente, en su sed insaciable por conocer, en su curiosidad llena de alegría, cometen errores, pero eso no las amilana ni les perturba, siguen, porque saben que continuar es la única posibilidad de vivir una vida de plenitud intelectual.
Las mentes cerradas, en cambio, viven agazapadas detrás de certezas aprendidas, repetidas, adoradas y nunca examinadas, con un miedo permanente a ver socavadas sus convicciones, eso los lleva a sospechar de académicos, intelectuales y estudiosos, lo que los torna fríos, tristes en su acritud, y permanentemente atados al miedo de equivocarse o descubrir que alguna de sus certezas, no son más que una vana ilusión.
Fueron mentes abiertas las que siguieron a Jesús, y fueron mentes cerradas las que lo llevaron a la cruz, tal como sucede en este mismo instante en cualquier lugar de este mundo... mentes abiertas que se alegran de saber y mentes cerradas que intentan acallar al que sabe o, que al menos, cree que sabe, pero salta de alegría buscando, siempre buscando, contentos de entender que lo mejor es la búsqueda más que la meta misma.
¡Basta ya! La bomba nuclear no es nada comparado con lo que pueden hacer las mentes cerradas. Quienes se niegan a pensar, en realidad, anulan la más hermosa opción que los seres humanos tienen. Las mentes cerradas son un peligro, para sí mismas y para todo aquel que esté bajo el influjo de su influencia. Di ¡basta! y aléjate de quienes por temor a examinar y pensar, terminan destruyendo a todo aquel que se atreve a dejar la comodidad de las verdades absolutas, para hacer lo que nunca debería dejar de hacerse: Buscar, siempre, sabiendo que la humanidad sabia no posee verdades absolutas, sino que es un buscador, y con eso, es suficiente.
Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014
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