Pero entonces ¿Qué hacemos? ¿Cómo ponemos límites sin hacer daño, pero sobre todo, sin lastimarnos a nosotros mismos?
1. Potencia tu autoestima: Es tu mejor “arma”. No dependas de las valoraciones que hacen de ti los demás. Confía plenamente en tus capacidades y comportamientos. Lo que tú piensas sobre ti debe ser más importante que la opinión que tienen los demás. La necesidad de aprobación ajena puede llegar a ser un problema. Debes creer en tu potencial. Recuerda que la única persona que puede “limitar” lo que eres capaz de hacer, eres tú mismo.
2. Intenta rodearte de las personas que te quieren de verdad. Evita a las personas problemáticas. Parece obvio, pero muchas veces no nos atrevemos a cortar con ciertas relaciones que no nos aportan nada o que sólo nos aportan aspectos negativos. No dediques tu tiempo a las personas que no merezcan la pena. Intenta rodearte de personas que te alienten y motiven para conseguir tus metas y sueños
3. Potencia tu asertividad. Relacionado con el punto anterior. Debemos ser capaces de decir “NO”, de hacer valer nuestros derechos de una forma correcta y con habilidad social.
4. No quieras cambiar a nadie, sólo cambia quien decide cambiar.Debemos realizar cambios en nuestra conducta, encaminados a interaccionar de la forma más productiva posible con toda esa gente problemática. No te detengas a evaluar ni a intentar entenderlos, no merece la pena.
5. Tómate sus críticas y comportamientos inadecuados utilizando el humor. El sentido del humor te servirá para desdramatizar la situación y desarmará a quien intente hacerte daño.
Para terminar, una frase que a mí me parece muy acertada con relación a toda esa gente problemática, y que debe servir como recurso definitivo…
“Perdonar es no tener demasiado en cuenta las limitaciones y defectos del otro, no tomarlas demasiado en serio, sino quitarles importancia, con buen humor, diciendo: ¡sé que tú no eres así!” (Robert Spaemann )
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