No siembre en dónde no quiere recoger
Éxodo 20.14 «No cometas adulterio».
Un cantante muy famoso declaró en uno de sus conciertos: ¡Dios se equivocó al enlistar el adulterio junto a pecados como el asesinato! Muy a pesar de su necio comentario, este mandato no pasa de moda como algunos sectores liberales de la cultura han pretendido señalar. El adulterio es una puerta fácil de cruzar, sin embargo, lo que espera al otro lado es solamente dolor y llanto. El adulterio es un plato dulce al paladar, pero amargo al vientre. En mi vida, no he conocido un solo caso de adulterio, cuyo final no haya significado destrucción para alguien.
Recuerde la exhortación de Proverbios 5.7–11 «Pues bien, hijo mío, préstame atención y no te apartes de mis palabras. Aléjate de la adúltera; no te acerques a la puerta de su casa, para que no entregues a otros tu vigor, ni tus años a gente cruel; para que no sacies con tu fuerza a gente extraña, ni vayan a dar en casa ajena tus esfuerzos. Porque al final acabarás por llorar, cuando todo tu ser se haya consumido».
El adulterio no respeta posición, liderazgo, clase social, género. Resulta tan atractivo para el hombre como para la mujer.
En este sentido encuentro al menos tres tipos de adulterio. El primero es propiamente físico, sucede cuando dos cuerpos se unen y consuman así el acto sexual.
El segundo es el adulterio visual —codicia— , aquel que Jesús define al explicar que cualquiera que mira a una mujer y la codicia ya ha cometido adulterio con ella en el corazón.
Y el tercer tipo, el cual quiero destacar hoy, es de carácter emocional, en él el adúltero se da la libertad de cultivar con un tercero una amistad tan cercana que supera a la que sostiene con su cónyuge. Es decir, comparte con la amistad externa al matrimonio lo que debería compartir solo con su amistad interna (su cónyuge). Desde el momento en que decidí formalizar mi relación con el matrimonio se instaló también el compromiso de que mi esposa se convertiría o ya lo era, en mi mejor amiga. Con ella debo compartir todo, sin dejar nada pendiente que pudiera motivarme a buscar afuera cómo cubrir alguna necesidad que solo debería suplir adentro.
Son muchos los casos en que uno de los dos cónyuges ha buscado a alguien que no es su cónyuge para sostener esa relación emocional. De hecho, es este tipo de relaciones las que generan las confusiones, los «sentimientos» de falta de amor, los adulterios y los divorcios.
En el adulterio emocional no intervienen caricias ni besos; sin embargo, profundizan la relación a tal punto que consiguen cobrar ánimo para cometer cualquier acción a fin de llevar esa relación a un nuevo paso, tan peligroso como destruir a sus propias familias.
Que se enciendan las alarmas si alguno ha construido una amistad semejante. ¡Escape! Es el momento oportuno. Devuelva a su cónyuge lo que le pertenece.
¿Podrá un niño (emocional) jugar con fuego sin quemarse?
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