BRASIL CRECE Y EUROPA NO

Hasta hace poco, ser brasileño y católico era indivisible, pero el más reciente censo mostró que los fieles de Roma podrían dejar de ser mayoría en unos años ante el espectacular avance de los evangélicos, un credo conservador.
Con 191 millones de habitantes, Brasil es el país con la mayor población católica del mundo: 123 millones de creyentes.
Sin embargo, los datos del censo poblacional de 2010 publicados recientemente revelaron que la población brasileña creció pero el número de católicos disminuyó.
El censo del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE, estatal) mostró una caída de casi diez puntos porcentuales en el número de católicos entre 2000 y 2010.
De 74% pasaron a ser el 64,6% en ese período, y unos 123,2 millones afirman hoy ser católicos, dijo a la AFP Claudio Crespo, investigador del IBGE.
“En los años 70, el 92% de la población brasileña era católica, actualmente es el 64%, es decir, una caída de 28 puntos porcentuales con respecto a 2010. En relación a los ’70, uno de cada cuatro católicos dejó de serlo”, indicó.
Una noticia nada alentadora para el papa Benedicto XVI, que planea realizar dentro de un año su segunda visita a Brasil desde 2007, para encabezar la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro.
Pero tan significativo como la pérdida de fieles católicos es el aumento de los evangélicos pentecostales, que pasaron de ser el 15,4% de la población en 2000 (26,2 millones) al 22,2% en 2010 (42,3 millones).
Un aumento de unos 16 millones de personas en 10 años, casi la población total de Chile. Un 8% de los brasileños dijo no profesar ninguna religión y un 1,9% se declaró espiritista.
“De continuar la tendencia, es claro que la Iglesia católica puede seguir perdiendo fieles y los pentecostales ganando fieles”, dijo a la AFP el profesor César Romero Jacob, autor del Atlas de la filiación religiosa e indicadores sociales en Brasil.
José Diniz, profesor de la Escuela Nacional de Ciencias Estadísticas de Rio de Janeiro, estima que hacia 2030 los católicos deberán ser menos del 50% de la población brasileña.


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