¿Por qué el interés de Kierkegaard en el lenguaje?
Antes de comenzar cualquier aproximación a las aportaciones kierkegaardianas, debemos considerar algunos puntos importantes que dan cuenta de la intencionalidad de su obra. Primero: este filósofo danés no pretende elaborar una filosofía de la verdad, sino una filosofía que hable sobre lo que hay que hacer (ética). Es decir, aquí radica una de sus más grandes críticas al edificio filosófico hegeliano, que en aquellos tiempos dio pie a las reflexiones filosóficas de autores como Schelling y Marx, entre otros. La filosofía hegeliana, recordemos, se basa en algunos fundamentos importantes como son: 1) La realidad nos impide seguir pensando en una lógica lineal donde solo podamos hablar de unicausalidades o de un principio de no contradicción; así pues, Hegel propone que la lógica que tiene mayor anclaje con la realidad es la dialéctica, que da cuenta de multicausalidades, de contradicciones necesarias y de una superación de las contradicciones mediante la síntesis. 2) El conocimiento es progresivo en tanto su carácter histórico da cuenta de contradicciones superadas mediante enunciados sintéticos que se transforman en el camino que persistentemente nos llevará al espíritu absoluto. 3) La premisa básica para la acción de los hombres no es la de existir para hacer, sino pensar para hacer, camino que nos llevará a la superación de las contradicciones reales. En este sentido, Kierkegaard considera que la búsqueda de la verdad absoluta no puede dar de comer a los hombres, ni les indica cual es el camino que deben tomar para tener una vida decorosa, sino más bien, “es como leer un libro de cocina a los hambrientos”. La filosofía, en ese sentido, debe tener un carácter moral, decir al hombre qué es lo que debe hacer con su vida y darle las herramientas para poder vivir de manera auténtica en un mundo donde la responsabilidad por los actos propios no es un valor fundamental.
Dentro de estas mismas premisas a considerar antes de hablar sobre la aportación de Kierkegaard al lenguaje, está la siguiente: la crítica de Kierkegaard a la filosofía hegeliana no solo se limita a desestimar la búsqueda de la verdad, sino también a que el lenguaje no puede ser la fiel representación del ser per se. Para Hegel, el lenguaje, dentro de las contradicciones que supone dentro de la búsqueda por el reflejo de lo real, ha ido perfeccionándose, de tal manera que, en el proceso dialéctico de su naturaleza, ha podido ser cada vez más el fiel reflejo de lo real, e históricamente se irá perfeccionando. Kierkegaard, quien por encima de todo rechaza la lógica hegeliana por considerar que no hay superación de contradicciones sino que solo podemos tomar una de las dos opciones que podemos tomar en la vida (y lo mejor es asumir la responsabilidad de haber elegido una u otra opción), propone que lo real, en su forma de presentarse ante los hombres, tiene distintas facetas que pueden ser dichas de distintas formas, pero que siempre habrá elementos que no puedan ser reflejados en su complejidad por el lenguaje, que como producto humano tiene limitaciones. Por ello, tenemos que partir de la imposibilidad de conocer la totalidad de la realidad.
En tercer y último término, hay que tomar en cuenta que Kierkegaard no solo dialoga con Hegel en torno a cuestiones filosóficas, sino que sus reflexiones fueron enfocadas también al papel de la Iglesia Luterana Danesa de su tiempo. Aunque sabemos que Kierkegaard fue educado bajo los preceptos teológicos de dicha iglesia, a la cual pertenecía su propio padre, Michael Kierkegaard, consideraba que la imposición a los creyentes de una serie de creencias solo por ser parte del corpus dogmático eclesiástico, sin un abierto cuestionamiento de por qué creer lo que se cree, era una acto que volvía a los luteranos daneses unos filisteos, que no podían desarrollar una vivencia religiosa auténtica y que les hacía evadir la responsabilidad del acto de fe. Este punto será importante en nuestro tratamiento posterior para criticar la enseñanza de la fe basada en el dogma escrito, pasando de este tipo de representación de la realidad al del habla indirecta, que permite al creyente serguiado en su camino del creer y no obligado a creer lo que se impone como norma canónica.
Habiendo hecho estas precisiones, es posible dar paso a la concepción del lenguaje en relación con la realidad en las reflexiones de Kierkegaard.
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