PERIODOS DE GRAN INFLUENCIA
I. EL RACIONALISMO
En el siglo XVII Baruj Spinoza estableció la separación entre ciencia y teología. Según él, la Escritura no contenía nada por encima de la razón. Para su estudio debía ser tratada como cualquier otro libro de la antigüedad, sin utilizar ningún método diferente, y teniendo en cuenta solamente al autor humano.
Pero a partir del siglo XVIII, como consecuencia del surgimiento del racionalismo, el problema hermenéutico adquirió una dimensión nueva y un estatuto filosófico que tiene vigencia hasta nuestros días.
En este siglo se produjo el descubrimiento de importantes manuscritos. Se despertó el interés por la historia de Oriente y se desarrolló la crítica histórica, comenzando el estudio de las diferentes tradiciones que subyacen a los escritos bíblicos.
Así nació el método histórico-crítico para investigar las Sagradas Escrituras, cuando los criterios científicos se aplicaron a este estudio. Lamentablemente, esto sucedió dentro del marco dado por el racionalismo, de acuerdo con el cual era necesario despojar a los relatos bíblicos de todos los elementos sobrenaturales, para poder acceder a la verdad histórica.
II. EL ROMANTICISMO
Aquí Hermenéutica se constituyó en una disciplina autónoma, configurándose con Schleiermacher, en una teoría general de la interpretación, dedicada a la correcta interpretación de un autor y su obra textual. Años más tarde, Wilhelm Dilthey (1833-1911) amplió su ámbito a todas las "ciencias del espíritu".
Actualmente entendemos por hermenéutica aquella corriente filosófica que, hundiendo sus raíces en la fenomenología de Husserl y en el vitalismo nietzscheano, surge a mediados del siglo XX y tiene como máximos exponentes al alemán Hans Georg Gadamer (nacido en 1900), Martín Heidegger (1889-1976), los italianos Luigi Pareyson (1918-1991) y Gianni Vattimo y el francés Paul Ricoeur (nacido en 1913). Todos ellos adoptan una determinada posición en torno al problema de la verdad y del ser, siendo la primera definida como fruto de una interpretación, y el ser (mundo y hombre) como una gran obra textual inconclusa que se comporta de manera análoga a como lo hace el lenguaje escrito.
III. LA HERMENÉUTICA EXISTENCIAL
La exégesis histórico-crítica pensaba que su función científica era la de interrogar a la ciencia histórica y literaria sobre la historia del texto: mostrar su origen, la historia de su composición, descubrir las fuentes subyacentes, el sentido que tenía en su medio de origen, las circunstancias en que surgió. Los nuevos planteos sobre la investigación bíblica tienen su origen en los trabajos de carácter filosófico publicados en el siglo XIX por F.D.E. Schleiermacher y W. Dilthey, en los que se pregunta por la comprensión y se destaca el papel de la subjetividad.
En el campo protestante se ha destacado R. Bultmann (+1976). Su pensamiento se comprende a partir de M. Heidegger en "Ser y Tiempo". En su investigación bíblica aplica rigurosamente el método histórico-crítico, pero sus conclusiones no le bastan: es necesario actualizar el mensaje.
El hombre actual no puede comprender el mensaje contenido en el texto bíblico, aun sometido a la investigación del método histórico-crítico, porque este mensaje está expresado en un lenguaje que no es el suyo. Le presenta un mundo dividido en los tres planos tradicionales (cielo-tierra-infierno), poblados de seres divinos, ángeles y demonios, y con fuerzas sobrenaturales que pueden interferir en la historia del mundo.
Este no es el mundo que ofrece la ciencia actual, sino el de la mitología. Expresado con este lenguaje, el mensaje bíblico no dice nada al hombre de hoy y requiere una actualización.
Para actualizarlo, se debe proceder a la tarea de la 'desmitización', llegando así a lo que el autor ha querido expresar con estas imágenes mitológicas: una concepción de la existencia, que el lector debe interrogar para tratar de apropiársela. Desde su propia concepción de la existencia el lector interroga, y el texto debe persuadir a este hombre alienado, que vive una existencia inauténtica, a que pase a la autenticidad. La verdadera comprensión debe llevar a una decisión existencial.
La acción salvifica, según R. Bulthman, no se ha llevado a cabo en un hecho del pasado (ya que los relatos de la Biblia pertenecen al mundo de la mitología, incluyendo la resurrección de Cristo), sino que se produce en el mismo momento en que el lector es interpretado por la palabra de la Escritura.
La decisión existencial de R. Bulthman supone una visión individualista de la salvación, que se mueve fuera del ámbito eclesial.
IV. LA HERMENÉUTICA MODERNA
Las últimas décadas han conocido un giro hacia lo que se ha llamado 'la nueva hermenéutica'. Abandonando el sentido que tenía este término en los antiguos manuales (práctica de la exégesis), hoy se lo entiende como "la ciencia o el arte de comprender un documento, un gesto, un acontecimiento, captando todos sus sentidos, incluso aquellos que no advirtió su autor o su actor".
R. Bulthman había prestado más atención al análisis existencial del primer Heidegger, el de "Ser y Tiempo". Pero existe un segundo Heidegger, el de sus escritos filosóficos posteriores, en los que estudia la interpretación del ser a través del lenguaje. El ser se expresa en el lenguaje, independientemente de la intención del autor.
Esta preocupación por el lenguaje ha sido asumida por varios investigadores que la han aplicado a los estudios bíblicos, dando lugar a una nueva hermenéutica que toma su punto de partida en la semiótica y en la lingüística. Actualmente se utilizan métodos centrados en el análisis literario, que se presentan como equivalentes (y a veces opuestos) al método histórico-crítico. La tarea ya no consiste en analizar las fuentes, ubicar históricamente a los autores, conocer las circunstancias en que fue elaborado el libro, etc. (lectura diacrónica). Se manifiesta un cierto escepticismo en el momento de querer llegar a determinar la intención del autor, hoy inaccesible, y se debe interrogar al texto para que este hable por sí mismo.
Dentro de esta nueva hermenéutica, algunas corrientes atienden exclusivamente al texto y llevan genéricamente la denominación de estructuralismo. Rechazan toda referencia del texto al mundo exterior, así también como sus conexiones con un autor que lo produjo y con el lector que lo interpreta, evitando de esta manera el historicismo, existencialismo o subjetivismo que acusan en los otros sistemas. Para el estructuralismo, el lenguaje es una creación humana, que precede a todo uso por parte del hombre y es regida por sus propias reglas. El significado de un texto responde a estructuras profundas, que se dan de manera idéntica en todos los textos, por encima de las fronteras de pueblos y de lenguas, e incluso puede ser distinto de la intención subjetiva del autor.
En estas corrientes de interpretación se deben mencionar la crítica sociológica y la crítica psicoanalítica. La primera investiga las condiciones socio-culturales que influyen sobre los lectores actuales en el proceso de interpretación.
La crítica psicoanalítica, por su parte, estudia la influencia de la propia personalidad y de la historia personal del lector en la interpretación.
I. EL RACIONALISMO
En el siglo XVII Baruj Spinoza estableció la separación entre ciencia y teología. Según él, la Escritura no contenía nada por encima de la razón. Para su estudio debía ser tratada como cualquier otro libro de la antigüedad, sin utilizar ningún método diferente, y teniendo en cuenta solamente al autor humano.
Pero a partir del siglo XVIII, como consecuencia del surgimiento del racionalismo, el problema hermenéutico adquirió una dimensión nueva y un estatuto filosófico que tiene vigencia hasta nuestros días.
En este siglo se produjo el descubrimiento de importantes manuscritos. Se despertó el interés por la historia de Oriente y se desarrolló la crítica histórica, comenzando el estudio de las diferentes tradiciones que subyacen a los escritos bíblicos.
Así nació el método histórico-crítico para investigar las Sagradas Escrituras, cuando los criterios científicos se aplicaron a este estudio. Lamentablemente, esto sucedió dentro del marco dado por el racionalismo, de acuerdo con el cual era necesario despojar a los relatos bíblicos de todos los elementos sobrenaturales, para poder acceder a la verdad histórica.
II. EL ROMANTICISMO
Aquí Hermenéutica se constituyó en una disciplina autónoma, configurándose con Schleiermacher, en una teoría general de la interpretación, dedicada a la correcta interpretación de un autor y su obra textual. Años más tarde, Wilhelm Dilthey (1833-1911) amplió su ámbito a todas las "ciencias del espíritu".
Actualmente entendemos por hermenéutica aquella corriente filosófica que, hundiendo sus raíces en la fenomenología de Husserl y en el vitalismo nietzscheano, surge a mediados del siglo XX y tiene como máximos exponentes al alemán Hans Georg Gadamer (nacido en 1900), Martín Heidegger (1889-1976), los italianos Luigi Pareyson (1918-1991) y Gianni Vattimo y el francés Paul Ricoeur (nacido en 1913). Todos ellos adoptan una determinada posición en torno al problema de la verdad y del ser, siendo la primera definida como fruto de una interpretación, y el ser (mundo y hombre) como una gran obra textual inconclusa que se comporta de manera análoga a como lo hace el lenguaje escrito.
III. LA HERMENÉUTICA EXISTENCIAL
La exégesis histórico-crítica pensaba que su función científica era la de interrogar a la ciencia histórica y literaria sobre la historia del texto: mostrar su origen, la historia de su composición, descubrir las fuentes subyacentes, el sentido que tenía en su medio de origen, las circunstancias en que surgió. Los nuevos planteos sobre la investigación bíblica tienen su origen en los trabajos de carácter filosófico publicados en el siglo XIX por F.D.E. Schleiermacher y W. Dilthey, en los que se pregunta por la comprensión y se destaca el papel de la subjetividad.
En el campo protestante se ha destacado R. Bultmann (+1976). Su pensamiento se comprende a partir de M. Heidegger en "Ser y Tiempo". En su investigación bíblica aplica rigurosamente el método histórico-crítico, pero sus conclusiones no le bastan: es necesario actualizar el mensaje.
El hombre actual no puede comprender el mensaje contenido en el texto bíblico, aun sometido a la investigación del método histórico-crítico, porque este mensaje está expresado en un lenguaje que no es el suyo. Le presenta un mundo dividido en los tres planos tradicionales (cielo-tierra-infierno), poblados de seres divinos, ángeles y demonios, y con fuerzas sobrenaturales que pueden interferir en la historia del mundo.
Este no es el mundo que ofrece la ciencia actual, sino el de la mitología. Expresado con este lenguaje, el mensaje bíblico no dice nada al hombre de hoy y requiere una actualización.
Para actualizarlo, se debe proceder a la tarea de la 'desmitización', llegando así a lo que el autor ha querido expresar con estas imágenes mitológicas: una concepción de la existencia, que el lector debe interrogar para tratar de apropiársela. Desde su propia concepción de la existencia el lector interroga, y el texto debe persuadir a este hombre alienado, que vive una existencia inauténtica, a que pase a la autenticidad. La verdadera comprensión debe llevar a una decisión existencial.
La acción salvifica, según R. Bulthman, no se ha llevado a cabo en un hecho del pasado (ya que los relatos de la Biblia pertenecen al mundo de la mitología, incluyendo la resurrección de Cristo), sino que se produce en el mismo momento en que el lector es interpretado por la palabra de la Escritura.
La decisión existencial de R. Bulthman supone una visión individualista de la salvación, que se mueve fuera del ámbito eclesial.
IV. LA HERMENÉUTICA MODERNA
Las últimas décadas han conocido un giro hacia lo que se ha llamado 'la nueva hermenéutica'. Abandonando el sentido que tenía este término en los antiguos manuales (práctica de la exégesis), hoy se lo entiende como "la ciencia o el arte de comprender un documento, un gesto, un acontecimiento, captando todos sus sentidos, incluso aquellos que no advirtió su autor o su actor".
R. Bulthman había prestado más atención al análisis existencial del primer Heidegger, el de "Ser y Tiempo". Pero existe un segundo Heidegger, el de sus escritos filosóficos posteriores, en los que estudia la interpretación del ser a través del lenguaje. El ser se expresa en el lenguaje, independientemente de la intención del autor.
Esta preocupación por el lenguaje ha sido asumida por varios investigadores que la han aplicado a los estudios bíblicos, dando lugar a una nueva hermenéutica que toma su punto de partida en la semiótica y en la lingüística. Actualmente se utilizan métodos centrados en el análisis literario, que se presentan como equivalentes (y a veces opuestos) al método histórico-crítico. La tarea ya no consiste en analizar las fuentes, ubicar históricamente a los autores, conocer las circunstancias en que fue elaborado el libro, etc. (lectura diacrónica). Se manifiesta un cierto escepticismo en el momento de querer llegar a determinar la intención del autor, hoy inaccesible, y se debe interrogar al texto para que este hable por sí mismo.
Dentro de esta nueva hermenéutica, algunas corrientes atienden exclusivamente al texto y llevan genéricamente la denominación de estructuralismo. Rechazan toda referencia del texto al mundo exterior, así también como sus conexiones con un autor que lo produjo y con el lector que lo interpreta, evitando de esta manera el historicismo, existencialismo o subjetivismo que acusan en los otros sistemas. Para el estructuralismo, el lenguaje es una creación humana, que precede a todo uso por parte del hombre y es regida por sus propias reglas. El significado de un texto responde a estructuras profundas, que se dan de manera idéntica en todos los textos, por encima de las fronteras de pueblos y de lenguas, e incluso puede ser distinto de la intención subjetiva del autor.
En estas corrientes de interpretación se deben mencionar la crítica sociológica y la crítica psicoanalítica. La primera investiga las condiciones socio-culturales que influyen sobre los lectores actuales en el proceso de interpretación.
La crítica psicoanalítica, por su parte, estudia la influencia de la propia personalidad y de la historia personal del lector en la interpretación.
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