Mito 1: Al principio todo era un abismo
El
Mito: Al principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba
sin forma y vacía y las tinieblas cubrían la faz del abismo. Y el espíritu de
Dios se cernía sobre la superficie de las aguas (Gn 1,1-2).
La Realidad: El Génesis utiliza el esquema hermopolitano de la
Creación para describir el estado del universo antes de que comience la
Creación. Los cuatro dioses han sido omitidos del relato, pero permanecen sus
características esenciales.
Las dos primeras
frases del Génesis describen el estado del universo antes de que el dios hebreo
iniciara el proceso de la Creación. Al principio, dice, Dios creó los cielos y
la tierra, pero por pasajes posteriores sabemos que los cielos y la tierra
estaban sumergidos en el «abismo» durante esa etapa inicial, a la espera de ser
alzados y transformados en el que es su estado físico actual.
Las palabras traducidas como «sin
forma» y «vacía» aparecen en el hebreo original como tohu y bohu, y esas
mismas palabras a veces aparecen en los escritos populares como una manera
idiomática de expresar el caos o el desorden, como «todo era tohu y bohu». El sentido de estas dos palabras hebreas se combina para
indicar un espacio extenso y vacío, una zona desierta. En el contexto bíblico,
tenemos un espacio indefinido que forma una especie de burbuja dentro del
«abismo» primitivo.
La palabra que se traduce como
«espíritu» en la frase «espíritu de Dios» aparece en el hebreo original como ruach, y no significa «espíritu», sino
«viento» o «exaltación violenta». Al traducir ruach como «espíritu», los intérpretes de la Biblia han intentado
traducirlo de tal manera que concuerde con su entendimiento teológico del texto
bíblico, pero sin tener en cuenta el verdadero significado en el contexto
original. Sustituyamos viento por «espíritu» y veamos lo que tendríamos en el
hebreo original.
Los primeros versículos describen
cuatro cosas:
1 Una tierra y unos cielos que ocupan un espacio, pero que carecen
de forma o contenido;
2 Oscuridad;
3 Un abismo acuoso, dentro del cual existe el espacio sin forma; y
4 Un viento (es decir, «espíritu de Dios») que flota sobre la
superficie de las aguas.
Estos cuatro
elementos constituyen lo que los autores bíblicos creían que eran los cuatro
componentes básicos del universo anteriores al inicio de la Creación, uno de
los cuales, el viento, era identificado con el dios hebreo. Correspondían
precisamente con lo que los sacerdotes egipcios de Tebas y Hermópolis creían
que eran los cuatro componentes del universo durante el inicio de la Creación,
pero los egipcios identificaban cada uno de estos cuatro elementos con una
pareja de divinidades de ambos sexos, lo cual se consideraba tabú en la
teología hebrea. Se puede deducir de la siguiente descripción de las dos
primeras cuatro parejas de dioses egipcios y los elementos que representaban,
que los hebreos adoptaron el esquema egipcio.
1. Heh y Hehet, espacio sin forma,
es decir, la burbuja deforme dentro del abismo, tal y como describe el Génesis
como tohu y bohu;
2. Kek y Keket, la oscuridad en la
superficie de las aguas;
3. Nun y Naunet, el diluvio
primitivo, «el abismo», igual que el abismo bíblico; y
4. Amón y Amonet, el viento
invisible, el «viento» bíblico que flotaba sobre el abismo.
Aunque los
sacerdotes hebreos adoptaron esta visión egipcia del universo primitivo, su
teología monoteísta hizo que desasociaran estos cuatro elementos naturales de
las divinidades egipcias con las cuales se identificaban, reteniendo
únicamente los atributos con los que se asociaba a los dioses. Además, el autor
del Génesis de este relato de la Creación aceptaba la tradición tebana que
identificaba al Creador original con el viento. Simplemente, cambiaron el
nombre del dios egipcio Amón por el nombre hebreo de Elohim, y lo describieron
como ruach, el viento. A medida que
progresemos por el primer relato de la Creación en el Génesis, iremos viendo
cuan de cerca y exactamente el autor del Génesis seguía los mitos egipcios.
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